San Josemaría Escrivá – Santos cristianos

San Josemaría Escrivá, Sacerdote

1902–1975

26 de junio—Memoria facultativa (en varias provincias eclesiásticas)
Aunque no está en el Calendario Romano General, San Josemaría está inscrito en el Martirologio Romano para el día de hoy y puede celebrarse litúrgicamente cuando este día cae en un día laborable del Tiempo Ordinario.
Color litúrgico: Blanco
Patrona de los diabéticos

La tierra es nuestro altar, y el trabajo nuestro sacrificio

Cuando el santo de hoy era un joven sacerdote, era un orador bastante conocido en Madrid, España. Además de ser un excelente homilista, también predicó retiros, dio misiones parroquiales e impartió clases. Una joven se enteró de que el padre Josemaría iba a dar unas conferencias en las cercanías y, dada su reputación, se mostró ansiosa por escucharlo. Pero primero fue a una de sus misas. Después de eso, la mujer no tuvo ningún interés en escucharlo sermonear; en cambio, quería descubrir la voluntad de Dios para su vida. El ejemplo de intensa devoción y oración de San Josemaría al decir Misa le hizo repensar toda su vocación. Un buen sacerdote se sumerge en su vocación, se sumerge en Cristo y comunica un mensaje divino, no personal. Hace que la gente piense en Dios, no en él. En la Misa el sacerdote no es él mismo, pero es completamente él mismo.es un sacramento. El Sacramento del Orden Sagrado se esconde detrás de los aspectos de un hombre, la Sagrada Eucaristía bajo los aspectos de pan y vino.

Es teología de la Iglesia que todo sacramento válidamente realizado es eficaz, que transmite al alma la gracia santificante. Pero la fecundidad de un sacramento para su receptor, ya sea psicológica o espiritualmente, fluctúa. Puede depender de varios factores, desde la belleza de una Iglesia, la calidad de una homilía, la santidad de la música o la preparación intelectual y el ardor del que recibe el sacramento. Un sacerdote santo, caritativo y educado infunde a cada sacramento que celebra un significado teológico que da un fruto espiritual que va más allá de la eficacia. Los escritos, la predicación, las conferencias y los discursos de San Josemaría fueron tan ricos, tan llenos de sentido práctico y de alto significado, que una gran familia internacional se reunió en torno a él,

Josemaría Escrivá nació en un pequeño pueblo de la España rural. Asistió a seminarios diocesanos en la cercana ciudad de Zaragoza y fue ordenado sacerdote en 1925. En 1928 tuvo una visión que lo impulsó a fundar el Opus Dei, institución que rápidamente se extendió a todos los principales países cristianos. El Opus Dei se compone principalmente de hombres y mujeres laicos casados, mientras que algunos miembros son célibes solteros y consagrados. Algunos miembros son sacerdotes. Después de dos mil años de espiritualidad católica, cabría preguntarse ¿qué nueva percepción justificó la fundación de una nueva institución eclesiástica? Es un signo de la fecundidad teológica y espiritual de la Iglesia que San Josemaría haya ofrecido un enfoque nuevo e innovador para vivir como discípulo de Cristo mil novecientos años después de que Cristo regresó al Padre.

En una homilía de 1967, Josemaría expresa su espiritualidad en términos claros: “…Dios os está llamando a servirle ‘en y desde’ las actividades ordinarias, materiales y seculares de la vida humana. Nos espera todos los días en el laboratorio, en el quirófano, en el cuartel del ejército, en la universidad, en la fábrica, en el taller, en el campo, en el hogar y en el inmenso panorama del trabajo. Comprended bien esto: hay algo santo, algo divino escondido en las situaciones más ordinarias, y está en cada uno de vosotros descubrirlo”.

En otras palabras, no es necesario que un laico católico serio abandone su trabajo y su rutina, su vida familiar o sus relaciones cotidianas para cumplir la voluntad de Dios. Dios se encuentra en ya través de la vida ordinaria. El Cardenal Albino Luciani, más tarde Papa Juan Pablo I, perspicazmente señaló que San Josemaría no estaba enseñando una ‘espiritualidad para los laicos’, como enseñó Francisco de Sales, sino una ‘espiritualidad laical’. No se trata de rezar el rosario mientras se barre el suelo, ni de contemplar las escrituras mientras se conduce. Se trata de “materializar” la santidad convirtiendo el trabajo ordinario y bien hecho en sacrificio y oración a Dios. El trabajo ordinario, entonces, no es sólo el contexto, sino la materia prima para la santidad laical. Todos los trabajos son importantes. La vida diaria no es una distracción de la voluntad de Dios para nosotros. La vida diaria esla voluntad de Dios para nosotros. Cuando llegamos al trabajo llegamos a Dios.

San Josemaría, que tu intercesión nos ayude a seguir tus enseñanzas para hacer de nuestro trabajo diario un trabajo divino. Que nuestro trabajo, bien hecho, se mezcle con la obra y el sacrificio de Cristo para formar una perfecta ofrenda de alabanza y acción de gracias a Dios Padre.

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