Examen general diario por la noche – Oraciones Cristianas

Intenta dedicar al menos 10 minutos a la siguiente oración cada noche. Este método de oración incorpora los cinco puntos recomendados por San Ignacio para el Examen General.

Letanía diaria de gratitud: Mi precioso Señor, al terminar este día, aprovecho este momento para dirigirme a Ti. Ayúdame, en este momento de silencio, a examinar mi día con gratitud. Que pueda estar atento a las poderosas formas en que has actuado en mi vida este día, así como a las más sutiles. Que pueda ver todas las formas en que me has bendecido en abundancia este día.

Ahora recuerda las muchas bendiciones del día y haz una lista rápida de todas las formas en que Dios te ha bendecido, por ejemplo, la vida, la salud, la amistad, la familia, una actividad, un encuentro particular con alguien, una palabra amable dada o recibida, un tiempo fructífero de oración, una percepción recibida, y cualquier/toda forma en que Dios te haya bendecido.

Señor, me has bendecido de muchas maneras. Tus dones me son otorgados continuamente. Ayúdame a ver diariamente estas bendiciones y a estar lleno de gratitud por ellas. Te agradezco este día no sólo por las grandes y poderosas formas en que me has bendecido, sino también por cada pequeño regalo de tu gracia en este día.

Peticiones y revisión del día: Señor, también sé que tienes mucho que decirme este día. Por favor, abre mi mente y mi corazón en este momento a lo que sea que quieras decirme. Ayúdame a ver todo lo que me impide amarte a Ti y a los demás y ayúdame a ver las formas en que Tú estás actuando en mi vida. Mientras veo, ayúdame a escuchar y responder a este regalo de Tu gracia.

Revisa tu día considerando tus pensamientos, palabras y acciones.  ¿Qué línea de pensamiento, palabras y acciones te condujeron a consolaciones de alegría, paz, refresco, satisfacción, etc.? Acepta estos conscientemente. También, ¿qué pensamientos, palabras y acciones te llevaron a la desolación, es decir, qué pensamientos te dejaron agitado, enojado, perturbado, confundido, inseguro, etc.? Estos son los que más probablemente se rechazan.

Revisa tu diario (si usas uno) para considerar las diversas formas en que Dios te ha estado hablando durante las últimas semanas. Anota en ese diario cualquier percepción que tengas en este momento.

Señor, te agradezco por ayudarme a ver las formas en que has estado trabajando en mi vida este día. Gracias por las alegrías, los consuelos y las innumerables bendiciones que me has concedido. Te ruego que esté continuamente atento a Tu obra en mi vida para que pueda escuchar Tu voz más claramente y seguir Tu voluntad con mayor abandono y amor.

Petición de perdón: También te pido que me concedas Tu misericordia por mis pecados. Por favor, dame la gracia de la humildad para que pueda admitir todos mis pecados sin reservas. Te pido que cada pecado sea perdonado, y me abro a Tu gracia para que Tu Corazón misericordioso me cree de nuevo. Tu presencia en mi vida me produce una gran alegría; mi pecado me lleva a la tristeza y a la desesperación.

Por cada pecado que he cometido hoy, me arrepiento y te pido perdón, Señor misericordioso.

Oración de renovación y resolución:

Haz aquí tus propósitos personales para mañana, basados en lo que Dios te ha dicho en estas reflexiones. Luego, concluye con esta oración:

Mi querido Señor, me propongo servirte más fielmente. Ayúdame a poner en práctica todo lo que has revelado. Te elijo como mi Señor. Te escojo como mi guía y pido tus abundantes bendiciones para mañana.

Que esta noche sea de descanso en Ti. Que sea una noche de renovación. Háblame, Señor, mientras duermo. Guárdame y protégeme durante toda la noche. Mi ángel de la guarda, San José, mi Madre Bendita, intercede por mí ahora y siempre.

Amén.


Cómo hacer el examen general diario

Esta lección te enseñará a utilizar los cinco puntos del Examen General de San Ignacio durante la «Oración de la tarde con Examen General». El Examen General es una forma sencilla pero profundamente importante de incorporar las diversas lecciones y prácticas enseñadas por San Ignacio en tu rutina diaria. El examen diario te ayudará a establecer un hábito de oración y un hábito de oración es bueno.

Comencemos con algunas analogías para ilustrar la importancia de este examen diario. Primero, digamos que te ganas la vida siendo un pescador comercial. ¿Cómo mejora su éxito cada día cuando sale a pescar? En primer lugar, mira la previsión meteorológica, estudia el informe de pesca del día anterior, comprueba la temperatura del agua, tiene en cuenta la época del año, etc. Además, mientras sale a pescar, mira constantemente el radar y vigila la radio en busca de noticias sobre la pesca activa en otros lugares cercanos. En otras palabras, la mejor manera de convertirse en un buen y exitoso pescador es hacer mucho más que pescar. También hay que prepararse, escuchar, evaluar, estudiar, medir, etc. para poder hacer el mejor plan cada día para pescar la mayor cantidad de peces posible.

O imagina que eres un gimnasta que compite a un nivel muy alto, por ejemplo, en la preparación de los Juegos Olímpicos. Está claro que tienes muchos talentos naturales que te han llevado hasta ese punto. Pero si sólo confías en tus talentos naturales, nunca llegarás muy lejos en las Olimpiadas. En lugar de eso, practica, practica y practica. Grabas tus movimientos y los estudias cuidadosamente, una y otra vez, a cámara lenta, etc. Evalúas y ajustas tu forma de aterrizar, saltar, girar, etc. Te fijas en los más mínimos detalles de tus movimientos y tratas de ajustarlos a la perfección. Un gimnasta que quiera llegar lejos en las Olimpiadas nunca se limitaría a ver el vídeo y decir «¡me parece bien! Nadie se dará cuenta de mis pequeños pasos en falso». No, trabajará y trabajará y trabajará para perfeccionar cada movimiento y maniobra.

Lo mismo debe ocurrir con la vida espiritual. Nunca debemos decir simplemente: «Bueno, las cosas están bien». Esto conduce a una vida de actividad espiritual tibia: Fe, esperanza y caridad tibias. El resultado es una relación tibia con Dios. Y una relación tibia con Dios es una puerta abierta al maligno a través de la cual se le invita a engañarte de numerosas maneras.

El examen diario es una forma de «ver la película» o «obtener el informe de pesca» de tu vida espiritual. Es una manera de recoger todos los datos disponibles para el crecimiento espiritual en TU vida utilizando los medios y métodos descubiertos y enseñados por San Ignacio.

El amor a Dios y el crecimiento espiritual están en los detalles. Los detalles son esenciales si queremos crecer en la perfección y en la unión profunda con Dios. Los detalles son esenciales si queremos perfeccionar nuestras virtudes y, especialmente, nuestro amor a Dios y al prójimo. Por eso, el examen diario de Ignacio es una excelente manera de sintonizar con los detalles que son necesarios para crecer en santidad.

Resumen: El «Examen General Diario» es un método de oración de cinco puntos que examina la acción de Dios en su vida diaria. Es también una forma de buscar las formas en que has fallado cada día y has permitido que el maligno influya en ti. Busca examinar tus pensamientos, palabras y acciones utilizando, especialmente, las lecciones ignacianas sobre el discernimiento de espíritus.

El examen diario puede utilizarse en cualquier momento del día, pero es ideal para utilizarlo por la noche. El objetivo es repasar cuidadosamente el día y terminar con propósitos para el día siguiente. San Ignacio ofrece cinco breves pasos para hacer este examen que se expondrán a continuación.

La gratitud: El primer paso es la gratitud. Cuando empieces tu examen, comienza recordando las bendiciones que Dios te ha dado ese día. Para algunos, esto podría parecer una actividad sin importancia. Pero Ignacio lo pone en primer lugar por una razón. Evaluar tu vida diaria no debe ser sólo una cuestión de mirar tus pecados. Más bien, es esencial que te fijes principalmente en cómo actúa Dios en nuestra vida. Para empezar, las bendiciones que recibes se convertirán en una «hoja de ruta» esencial, por así decirlo, para buscar y seguir la voluntad de Dios en tu vida diaria. Al ver las bendiciones que se te han dado, podrás entrar más fácilmente en esas bendiciones para que florezcan y crezcan. ¡Qué manera tan esencial de crecer en santidad es ésta!

Por lo tanto, al comenzar tu examen diario, empieza por repasar en silencio tu día y trata de ver las muchas bendiciones que has recibido. En este paso no es necesario pensar en ellas con gran detalle, más bien, esfuérzate por hacer una lista rápida en tu mente para establecer el contexto para el resto del examen. La bendición de la salud, de una interacción bendecida con alguien, de un buen momento de oración, de una palabra amable, de una idea o pensamiento alentador, de una relación amorosa, de la finalización de un proyecto, etc. Si tienes los ojos espirituales para ver con claridad, te darás cuenta inmediatamente de muchas bendiciones de Dios que, en su mayoría, se dan por sentadas. De nuevo, el objetivo de este paso es simplemente establecer una especie de «contexto» para el resto del examen. Un contexto de gratitud general a Dios por las formas en que Él actúa en tu vida.

Petición: El segundo paso también puede ser fácilmente descartado como menos importante de lo que es. Es una simple oración de petición a Dios, pidiéndole que te muestre lo que quiere que veas en tu día. Es fácil querer saltar directamente al tercer paso sin decir una oración de petición. No lo hagas. Después de recordar las bendiciones de tu día, haz una oración simple y personal de petición a Dios.

La «petición» debe ser simple y debe tener dos objetivos. En primer lugar, pides al Señor que te dé comprensión. Específicamente, pides que el Señor te ayude a conocer y entender lo que Él quiere que te comuniques este día. Esta es una petición abierta. Dios sabe lo que quiere comunicarte, así que si te acercas humildemente a Él y le pides esta gracia, entonces es una forma de abrir tu corazón y tu mente a lo que sea que Él quiera hablarte. San Ignacio menciona específicamente que debemos rezar para conocer nuestros pecados. ¿Qué pecado quiere revelarte Dios? ¿Qué obstáculo hay en tu relación con Él? Reza para que Dios te lo muestre. En segundo lugar, pide valor para actuar en base a este conocimiento. Importa muy poco si sólo recibes la comprensión de la voluntad del Señor, pero importa mucho si luego actúas sobre esta comprensión. El conocimiento de la voluntad de Dios siempre se da con el propósito de liberarse de todo lo que obstaculiza tu relación con Dios y con los demás. Además, hacerlo dentro del contexto de las muchas bendiciones que has recibido te ayudará a elegir esas buenas bendiciones por encima de tus pecados y a recibir las bendiciones en una abundancia aún mayor.

Tu oración de petición podría ser algo tan sencillo como esto «Señor, sé que tienes mucho que decirme hoy. Por favor, abre mi mente y mi corazón a lo que sea que quieras decirme. Ayúdame a ver todo lo que me impide amarte a ti y a los demás, y ayúdame a ver las formas en las que actúas en mi vida. Mientras veo, ayúdame a escuchar y responder a este regalo de tu gracia».

Eso es todo. Muy sencillo. Pero hacer un simple acto de petición hará maravillas cuando pases a los siguientes pasos del examen diario.

Revisión del día: La revisión del día puede ser el paso más largo de este examen diario. Consistirá en examinar tus pensamientos, palabras y acciones del día. Al examinarlos, te fijarás especialmente en las distintas experiencias interiores de consuelo y desolación que has experimentado en ellos. En los pensamientos, ¿qué línea de pensamiento te llevó a las consolaciones de alegría, paz, refresco, satisfacción, etc.? Aceptadlas conscientemente. También, ¿qué pensamientos te llevaron a la desolación, es decir, qué pensamientos te dejaron agitado, enojado, perturbado, confundido, inseguro, etc.? Estos son los que más probablemente se rechazan.

El mismo examen se hace con respecto a tus palabras y acciones a lo largo del día. ¿Dónde actuó Dios en ellas (consuelo) y dónde actuó el maligno (desolación)? Con el tiempo, será más fácil discernir la acción de Dios en tu vida y también ver las tentaciones y engaños del maligno. Observar tu día de manera objetiva, buscando estos diversos movimientos dentro de tu alma, te permitirá afinar continuamente tu vida espiritual eligiendo lo que es de Dios y rechazando lo que es del maligno.

El perdón: En este paso haces una petición a Dios igual que hiciste en el segundo paso. La petición es de perdón. Es importante señalar que, al igual que en el segundo paso, es fácil obviar este paso o hacerlo sin mucha intención. Por lo tanto, es muy útil reconocer la importancia de este paso. En el paso dos pediste a Dios conocer y entender todo lo que Él quiere comunicarte. En el paso tres revisaste tu día y estuviste atento a las formas en que fuiste movido tanto por Dios como por el pecado. En este paso, haces una humilde petición a Dios para que te perdone por tus faltas.

No tomes este paso a la ligera. Hay un gran poder en identificar humildemente tus pecados específicos del día y pedirle a Dios que te perdone por esos pecados específicos. Hay un gran poder espiritual en pronunciar las palabras: «Esta acción fue un pecado, por favor perdóname, Señor». Además, hacer una resolución firme para superar estos pecados también es de gran poder.

Renovación: Una de las gracias que nacen de los cuatro pasos anteriores es la preparación para hacer propósitos específicos y concretos para el día de mañana. Este paso está en el corazón de los ejercicios ignacianos. Sí, es importante comprender tu pecado, pedir perdón y recibir su misericordia. Pero también es igual de importante tomar la decisión de crecer y cambiar. Y es importante hacerlo con objetivos espirituales y morales concretos. Por lo tanto, una vez que hayas completado los cuatro pasos anteriores, deberías estar en una buena posición para luego tomar decisiones específicas sobre cómo vas a cambiar, crecer, enmendar, etc. Hazlo en este paso de la forma más práctica y sencilla que puedas. No te pases de la raya, sé razonable, sé reflexivo, pero actúa y da pasos concretos. Si lo haces cada día, poco a poco seguirás por el camino glorioso que el Señor tiene pensado para ti.

Por último, en este paso también es importante reconocer las muchas maneras en que Dios ha estado activo en tu vida. Recuerda las muchas bendiciones y también comprométete a seguir con más fervor el camino de la virtud al que esas bendiciones te llaman. La renovación no consiste sólo en elegir la superación del pecado, sino también en decidirse a seguir caminando por la senda de la virtud y la gracia que te ha concedido innumerables bendiciones.

Deja un comentario