Oraciones

Oraciones del cristianismo

Presentamos una lista de hermosas y poderosas oraciones católicas. Decir una oración, sin embargo, no es lo mismo que rezar. Para que estas palabras se conviertan en una verdadera oración, deben ser reflexionadas, entendidas, significadas, y la oración debe salir de lo más profundo de tu alma. La próxima vez que tengas la oportunidad de rezar en silencio, toma una o más de estas hermosas oraciones y dedícale tiempo. Deja que se convierta en tu oración personal y permite que Dios te hable y te fortalezca a través de ella.

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Cuando en la vida cotidiana hablamos de oración, tal vez no reflexionamos acerca de su significado profundo. Quizás solemos aproximarnos a ella intuitivamente, cuando buscamos la respuesta de Dios ante nuestras distintas sensaciones y vivencias de angustia, duelo, alegría, encuentro y desencuentro. Mediante el presente artículo, invito a reflexionar sobre el concepto de oración, para lo cual se retomará la experiencia espiritual de santos de ayer y de hoy.

En la oración se produce un acercamiento de la persona hacia Dios, y al hablar de acercamiento, me refiero al encuentro en el cual tiene lugar un vínculo amoroso con Él. Es nuestra voz de hijo que mediante la oración busca el encuentro con el Padre y es Él quien responde al hijo que ora.

Existen muchas maneras de rezar. Mi intención no es aquí realizar una estricta tipificación de oraciones sino revisar su sentido a la luz de las enseñanzas de quienes con compromiso y confianza nos han precedido en el camino de la fe. Un tipo de oración a destacar es la denominada espontánea. Ésta tiene lugar cuando nos dirigimos a Dios sin fórmulas estructuradas, diciéndole simplemente lo que sentimos. Esta forma de oración, fue practicada por Santa Teresita del niño Jesús, Doctora de la Iglesia. Para ella la oración es: «un impulso del corazón, una simple mirada lanzada al cielo, un grito de gratitud y amor, tanto en medio del sufrimiento como en medio de la alegría». Según Teresita no necesitamos para hacer oración de métodos o palabras complicadas sino que nos invita a expresarle a Jesús lo que sentimos con la plena confianza de ser escuchados. La santa también nos dice: Qué grande es el poder de la oración!

Por otra parte disponemos de oraciones formuladas, como el Padre Nuestro, el Ave María, entre otras. El Rosario lo ubicaré dentro de este conjunto. Éste es un instrumento sencillo de oración que consiste en la repetición del ave María junto a la meditación de los episodios de alegría, dolor y gloria de la vida de Jesús y de María. Es un medio peculiar de oración ya que, tiene la posibilidad de unir las voces de gente de distintos grupos sociales, etarios, culturales y educacionales. Al proponer un rezo accesible para todos, el rosario tiene la propiedad de convocar con facilidad a la oración comunitaria. Por otra parte, el rezo del rosario es pedido con reiteración por La Virgen María en sus sucesivas apariciones, entre ellas las de San Nicolás, Lourdes, Fátima, Medjugorje

¿Qué es entonces la oración.? Más arriba me he referido a la oración como vínculo entre Dios y el hombre. Llegado a este punto considero importante agregar que esa relación de amor ya existe de antemano, porque Jesús nos ha amado primero, pero además en el marco de la oración ese vínculo se vivifica y adquiere forma de comunicación. Los medios para lograr comunicarse con Dios son muchos y diversos, además, puede que haya veces que uno se sienta escuchado y haya otras que no » sienta nada», lo cierto es que Dios siempre está a nuestro lado dispuesto a escucharnos y a orientarnos. Dice San Agustín: «El hombre no ora para orientar a Dios sino para orientarse bien a sí mismo». Cuando realizamos nuestras peticiones y el Señor no concede lo pedido es fácil caer en el desaliento y en la sensación de no haber sido escuchados. Sin embargo ocurre que Él sabe mejor que nosotros lo que nos conviene y responde a nuestros pedidos de la manera que en verdad lo necesitamos y no según nosotros creemos necesitar. Como dice en otra oportunidad San Agustín : «Quien aprende a rezar bien, aprende a vivir bien»

Para conseguir una verdadera comunicación con Dios es necesario orar con plena confianza y el buscar un tiempo especial para dedicarle a Él. Es necesario dejar por un momento nuestros «quehaceres cotidianos» para ofrecerle a Jesús un espacio exclusivo (Lc.10, 38-42) Porque como dice Don Bosco: «Quien ora se ocupa en la cosa más importante».Es bastante normal en nuestro tiempo vivir los días de forma acelerada, repletos de actividades y ruido. Para la Madre Teresa de Calcuta, la oración es «el fruto del silencio». Y el silencio no debería ser solo exterior, sino fundamentalmente interior, para poder escuchar con mayor claridad la voz del pastor. La Madre Teresa nos dice:

«El fruto del silencio es la oración
El fruto de la oración es la fe
El fruto de la fe es el amor
El fruto del amor es el servicio
El fruto del servicio es la paz»

Como podemos interpretar a partir de la reflexión de Teresa de Calcuta, el dedicar tiempo a la oración no implica «quedarse mirando al cielo», por el contrario, rezar de forma continua es sumamente importante porque nos permite nutrirnos del amor de Dios, que siempre nos anima a abrirnos, a ir al encuentro de los otros, a poner al servicio de la sociedad nuestras capacidades… Cuando rezamos de corazón, somos capaces de descubrir la real dimensión de los hechos, le damos o quitamos valor a las cosas según Dios, en tanto verdadero parámetro o «Centro» como diría San Ignacio. Entonces en la oración no hay aislamiento sino una invitación profunda a ser felices, a amar y compartir. Por eso ella es «la compañera inseparable de la vida cristiana» como nos dice Don Bosco. El Señor nos espera y viene también a nosotros, nos responde a través de los acontecimientos, de las personas, de la Biblia o a través de nuestros propios sentimientos. La oración es la comunicación tierna, confiada y trascendente con Dios que desde siempre nos ama.