Querido Jesús, en el Sacramento del Altar,
sea eternamente agradecido y alabado.
¡Amor, digno de todo amor celestial y terrestre!
quien, por amor infinito hacia mí,
pecador desagradecido,
asumiste nuestra naturaleza humana,
derramaste Tu Preciosísima Sangre en la cruel flagelación,
y expiraste en una cruz vergonzosa por nuestro bienestar eterno!
Ahora iluminado con fe viva,
con el derramamiento de toda mi alma y el fervor de mi corazón,
Te suplico humildemente,
por los méritos infinitos de Tus dolorosos sufrimientos,
dame fuerza y coraje para destruir toda mala pasión que mueve mi corazón,
para bendecirte por el cumplimiento exacto de mis deberes,
supremamente odiar todo pecado,
y así llegar a ser un Santo.
Amén.