Mi Señor Jesucristo,
que por el amor que nos tienes,
permaneced noche y día en este Sacramento,
lleno de compasión y de amor,
esperando, llamando y dando la bienvenida
todos los que vienen a visitarte.
yo creo que tu estas presente
en el Sacramento del Altar.
te adoro desde el abismo de mi nada
y te agradezco por todas las gracias
me has dado hasta ahora,
y en particular,
por haberme dado a tu Santísima Madre María
como mi abogado
y por haberme llamado
para visitarte en esta iglesia.
Saludo ahora a tu Amadísimo Corazón,
y esto por tres fines:
primero, en acción de gracias por este gran regalo;
segundo, para enmendarte por todos los ultrajes
que recibes en este Sacramento
de todos tus enemigos;
tercero, con esta visita pretendo adorarte
en todos los lugares de la tierra
en el que estáis presentes en este Sacramento
y en el que eres el menos venerado
y los más abandonados.
Jesús mío, te amo con el corazón.
me duele tener hasta ahora tantas veces
ofendido tu bondad infinita.
Me propongo por tu gracia nunca más ofenderte
para el tiempo por venir;
y ahora, miserable e indigno como soy,
Me consagro a ti sin reservas.
te entrego y renuncio a mi entera voluntad,
mis afectos, mis deseos y todo lo que poseo.
A partir de ahora, úsame
y todo lo que tengo como tu quieres.
Todo lo que te pido y deseo es tu santo amor,
perseverancia final
y el perfecto cumplimiento de tu voluntad.
os recomiendo las almas del Purgatorio;
pero especialmente aquellos que tenían la mayor devoción
al Santísimo Sacramento
y a la Santísima Virgen María.
También os recomiendo a todos los pobres pecadores.
Y finalmente, mi querido Salvador,
Yo uno todos mis afectos con los afectos
de tu amantísimo Corazón,
y las ofrezco contigo a tu Padre Eterno
y suplicarle por tu bien
y por amor a ti,
graciosamente aceptarlos y concederlos.
Amén.
Por San Alfonso de Ligorio